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Fundación Bancaja presenta en Sagunto la exposición Volvió Sancho a casa de Don Quijote

Fundación Bancaja presenta en Sagunto la exposición Volvió Sancho a casa de Don Quijote, una nueva propuesta cultural organizada conjuntamente con Saggas, Navarro Impresores y la Universitat Politècnica de València, a través de su Facultad de Bellas Artes y el departamento de dibujo. La muestra se podrá visitar en la Sala de Exposiciones Glorieta hasta el próximo 28 de julio.

Esta exposición, comisariada por Antonio Alcaraz, director del Departamento de Dibujo de la Universitat Politècnica de València, reúne por primera vez las ediciones Tres Quijotes ilustrados, tres libros que repasan la historia de El Quijote a través de una selección de textos de la obra literaria y más de 70 creaciones de obra gráfica que ilustran esos pasajes. La edición, que recupera la composición manual y los tipos móviles de imprenta, se ha llevado a cabo por el tipógrafo Antonio Navarro y la Facultad de Bellas Artes de Valencia.

La selección de los textos de estos libros ilustrados es obra de Amadeo Ribelles, mientras el diseño y la maquetación son de Marta Pina. Con respecto a las obras gráficas, corresponden a los artistas: Amparo B. Wieden, José Manuel Guillén, Antonio Alcaraz, Sento Llobell, Marga Plá, Fernando Evangelio, Victoria Esgueva, Ana Tomás, Blanca Rosa Pastor, Francisca Lita, Marta Pina, Alejandro Rodríguez, María Ferriol, Victoria Cano, Cristina Rabasco, Manuel Silvestre, Antonio Tomás, Yolanda Ferrer, Susana García Rams, Miguel Ángel Guillem, José Manuel Guillén, Eduard Ibáñez, Mª Ángeles López Izquierdo, Alberto March, Dolores Pascual, Mª Luisa Pérez, Miguel Ángel Ríos, Ana Tomás, Elena Uriel, Tola Clérigues, David Heras y Miguel Vidal.

Con motivo de la exposición se ha editado un catálogo que recoge las ilustraciones y textos explicativos del comisario, Antonio Alcaraz, así como de Amadeo Ribelles y de Antonio Navarro, impresor.

La muestra se puede visitar en la sala de Exposiciones Glorieta de Sagunto con entrada gratuita y en horario de martes a sábado, de 17 a 21 h.

 

Tres Quijotes ilustrados

El primero libro ilustrado, “En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme”, reúne la obra gráfica de 17 artistas que han utilizado las técnicas tradicionales de la edición de arte para realizar sus ilustraciones. Grabados, litografías y serigrafías, todas ellas impresiones originales numeradas y firmadas. La composición de los textos con tipos móviles de plomo realizada por Antonio Navarro siguiendo la propuesta de diseño de Marta Pina supone un alto valor añadido a esta edición ilustrada de una selección de textos de la primera parte del Quijote. La presentación realizada por Encuadernaciones El Basilisco (Alejandro Rodríguez León), en la que la propia cubierta entelada en lino crudo se convierte en caja protectora del libro, termina de redondear esta edición que fue el origen de una fructífera y larga relación entre Navarro y la Facultad de Bellas Artes de Valencia. El libro se terminó de imprimir en 2005, fecha en que se cumplían cuatrocientos un años del día en que Don Miguel de Cervantes Saavedra, obtuvo la Real Cédula y Privilegio para la publicación de la primera parte del Quijote.

Cuatro años después, el mismo equipo se embarca en la realización de “El Quixote. Segunda parte”, terminando la impresión el 23 de abril de 2009, fecha en que se cumplían trescientos noventa y tres años del fallecimiento de Don Miguel de Cervantes y Saavedra. En esta ocasión se mantuvo el formato y diseño editorial de la primera edición, cambiando la propuesta de maquetación de los textos que también fue compuesta manualmente con tipos de plomo por Antonio Navarro. La encuadernación fue realizada en esta ocasión por Eva Mengual y Clara Monzó, siguiendo el prototipo que había confeccionado El Basilisco. La obra gráfica también es más numerosa en esta edición, contando con veinticinco grabados originales.

Ambas ediciones forman parte de algunas de las más importantes colecciones de libro ilustrado y libro de artista en Museos y Bibliotecas europeas.

Por último, en 2016 y coincidiendo con el cuarto centenario tanto de la publicación de la segunda parte del Quijote por Miguel de Cervantes en 2015 como de su muerte el 22 de abril de 1616, se edita “El Quixote. Segunda parte. 1615-2016”. En esta edición se recupera la composición de textos de la edición anterior realizada con tipos móviles de imprenta, escaneados e impresos en edición digital. Los veinticinco grabados originales realizados para las ilustraciones fueron impresos en los talleres de grabado de la Facultad de Bellas Artes de Valencia por artistas de la Asociación L’Horta Gràfica, todos ellos alumnos de la Universitat Politècnica de València, y son, como los textos, reproducidos con impresión digital en los talleres de Navarro Impresores en Sagunto, donde también han cosido manualmente el libro que se presenta en una caja de cartón con título impreso con tipografía. Esta edición, aunque muy reciente, se ha presentado en la Feria Internacional Arts Libris realizada en abril de 2016 en Arts Santa Mónica en Barcelona, donde ha sido adquirida por la Biblioteca de Catalunya.

 

El libro ilustrado

La relación entre texto e imagen aparece con la propia creación del libro y como idea para reforzar la transmisión de los contenidos escritos. Esa relación texto – imagen se remonta a los principios del arte y la escritura, pues ya los griegos utilizaron el pergamino en el siglo V aC como elemento transmisor de textos e imágenes y antes de la aparición de la imprenta existen numerosos ejemplos de esa relación en los libros medievales, que contienen maravillosos textos manuscritos acompañados de cuidadas ilustraciones.

La aparición de nuevos sistemas de impresión y su desarrollo durante el siglo XIX, así como la utilización de la fotografía en artes gráficas, suponen un acercamiento del artista al medio gráfico. Concretamente, la litografía, descubierta en Munich a finales del siglo XVIII, además de engrosar el número de recursos gráficos disponibles para los ilustradores, facilitó la impresión y economizó los costes, incrementando así la producción de las publicaciones y el número de ejemplares. Al tratarse de un procedimiento de impresión diferente a los conocidos, grabado en hueco y xilografía, sobre todo al principio, hizo necesaria la colaboración de técnicos impresores formados para preparar las piedras e imprimirlas.

La rápida evolución de la litografía permitió a los propios artistas apropiarse del procedimiento, ya que, en la práctica, las herramientas son las mismas que las utilizadas para dibujar, lo que, además, eliminó del proceso los intermediarios que anteriormente interpretaban sus trabajos para adaptarlos al procedimiento. Uno de los primeros fue Eugène Delacroix, que en 1825 realizó algunas ilustraciones utilizando esta técnica para el “Fausto” de Goethe y que, tres años después decidió junto al escritor ilustrar toda la obra, añadiendo diecisiete litografías, aunque en un principio pareció no ser bien acogida por coleccionistas y bibliófilos.

Las impresiones con textos tipográficos y fotograbados se utilizaron para ediciones masivas, como periódicos o libros científicos, quedando los sistemas tradicionales de grabado, caracterizados por requerir mayores costes en la producción, para realizar ediciones especiales y trabajos de bibliofilia en los que se incluían ilustraciones de artistas con grabados originales y en tiradas muy limitadas.

Los avances sociales, sobre todo en lo referente a cultura, y la explosión industrial del siglo XIX repercuten en las artes gráficas y el libro empieza a ser utilizado como un vehículo de difusión masiva de información, multiplicando las ediciones y el número de ejemplares. Los valores asumidos por el libro como soporte para la conservación del pensamiento y objeto exclusivo de culto cambian en el siglo XIX: literatura, política, ciencia, historia y geografía interesan al lector, quien demanda publicaciones, apareciendo con ello el coleccionismo no solo de arte sino también del libro. Los bibliófilos empiezan a exigir más ediciones especiales, de tiradas reducidas, cuidadas ilustraciones y con impresiones, papeles y encuadernación seleccionados con criterios de calidad.

Si la relación entre texto e imagen aparece con la propia creación del libro o de los primeros documentos gráficos, el libro ilustrado como concepto de colaboración entre un artista y un escritor, en la que la parte gráfica adquiere cierto protagonismo en la publicación, la encontramos de forma clara en la segunda mitad del siglo XIX y, más concretamente, en Francia, donde estaba instalado el foco de la modernidad en cuanto a arte se refiere. Este hecho tiene como consecuencia que importantes editores también se instalen en Francia, adquiriendo relevancia en las publicaciones, incluso por encima del impresor y dando lugar a un género que se denominó “livre de peintre” o “livre d’artiste”.

Sus libros ilustrados fueron objeto de colección y vinculados más a la obra de arte que al libro de lectura, hecho que potenció a numerosos artistas de reconocido prestigio internacional, como Braque, Chagall, Bonnard, Matisse, Mallarmé, Picasso, Leger o Miró, a interesarse en participar en las publicaciones, añadiendo a estas un valor más amplio que el propio contenido que ilustraban. Uno de esos primeros trabajos que suponen el resurgimiento del libro ilustrado y, para muchos, marca el inicio de lo que posteriormente se denominará “libro de artista”, es “Parallèlement” de Paul Verlaine, ilustrado por Pier Bonnard en 1900 con xilografías y litografías. En estos años de transición entre el siglo XIX y el XX destacan las ediciones de Ambroise Vollard y de Daniel-Henry Kahnweiler, aunque con criterios y tendencias editoriales diferentes.

En esas mismas fechas se estaba produciendo una gran revolución en el concepto editorial y la utilización de la letra. Lejos de Francia, futuristas, suprematistas y constructivistas rusos realizaban ediciones muy limitadas, en muchos casos autoproducidas por los artistas con economía de medios y de forma totalmente artesanal, a la vez que se utilizaban los medios de fotorreprodución y las ediciones industriales para la edición de carteles, publicidad y libros que en la actualidad están muy valoradas por su carácter innovador.

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