Fundación Bancaja presenta la exposición Sorolla y Benlliure. Pinceladas de una amistad

Fundación Bancaja ha presentado la exposición Sorolla y Benlliure. Pinceladas de una amistad, que muestra al público la relación de amistad entre Joaquín Sorolla y José Benlliure. La exposición, que cuenta con la colaboración de Bankia, presenta una selección de ocho obras de los pintores valencianos del periodo de entresiglos junto a la reproducción de correspondencia mantenida entre ambos, procedente del Museo Sorolla y la Casa Museo Benlliure. La presentación ha contado con la participación del presidente de Fundación Bancaja, Rafael Alcón; la coordinadora de la Dirección de Comunicación y Relaciones Externas de Bankia en la Comunidad Valenciana y Murcia, Isabel Rubio; y la comisaria de la muestra, Sofía Barrón.

La exposición muestra al público, por primera vez en València, la serie pictórica de José Benlliure Las cuatro estaciones (1930-1933), un conjunto de cuatro lienzos pertenecientes a la colección de la Fundación Bancaja. En esta serie, Benlliure acerca al espectador a la frondosa naturaleza mitológica. En las composiciones, ocho amorcillos juegan mientras recogen flores en primavera; abundantes frutos, en verano; leña, en invierno; y vendimian en otoño. La serie, de potente cromatismo y pincelada suelta, parece no solo un homenaje a asuntos renacentistas y barrocos italianos, sino también a la pintura valenciana de finales del siglo XIX: en la celebración otoñal, uno de los putti ha perdido las alas para convertirse en un niño que toca la flauta, una figura que recuerda a los bacos y faunos jóvenes de Ignacio Pinazo y Joaquín Agrasot.

Los lienzos han sido restaurados con motivo de esta exposición. El proceso de restauración ha permitido recuperar la luz, color y pigmentos originales, alterados y oscurecidos por el paso del tiempo. En primer lugar, se ha consolidado el estrato pictórico, asentando zonas que mostraban alteraciones. Luego, y previo a levantar la suciedad de las pinturas, se han realizado catas o pruebas de limpieza para diagnosticar grado y tipo de dureza que presentaba la suciedad de la obra. Finalmente, se ha efectuado la separación total de la contaminación, regenerando y recuperando la tonalidad primigenia. Las obras se exponen junto a los bocetos preparatorios conservados por la Casa Museo Benlliure.

Junto a esta serie de Benlliure, se exponen cuatro obras de Joaquín Sorolla: Retrato de una dama (1883. Colección Fundación Bancaja), es una obra de juventud de Sorolla, cuando intentaba abrirse camino en el mundo del arte. Se puede contemplar también Cabeza de niña con flores (1890. Colección Fundación Bancaja), una obra realizada poco después de que Sorolla se instalara en Madrid y que coincide con el año en el que el pintor recibe por primera vez un galardón importante en la Exposición Nacional de Bellas Artes. Sorolla realizó este retrato de reducidas dimensiones y modelo anónimo cuando todavía estaba formando su personalidad pictórica. El rostro de la pequeña se aproxima a la tradición retratística española, concretamente a Velázquez, para mantener un diálogo con el modernismo cuyo lenguaje se aprecia en el adorno floral.

Otra de las obras expuestas es Otoño. La Granja (1907. Colección Fundación Bancaja), pintada por Sorolla cuando ya era un pintor consolidado y con una factura plenamente reconocible. Dos años después llegaría su gran triunfo en Estados Unidos: la exposición de 1909 en las salas de la Hispanic Society de Nueva York.

La presencia de obra de Sorolla se completa con Yo soy el pan de la vida (1896-1897), perteneciente a la colección pictórica de la familia Lladró y que fue un encargo realizado por un político y hacendado chileno para su casa-palacio en Valparaíso.

La exposición puede visitarse hasta el 22 de marzo en la Fundación Bancaja en Valencia (Plaza Tetuán, 23), de martes a domingo de 10 a 14 y de 16 a 20 horas, y los lunes de 10 a 14 horas.

Pinceladas de una amistad

En enero de 1885, un joven Joaquín Sorolla (1863-1923) se instaló en la romana Vía del Leone. Unos meses antes había recibido su primera gran oportunidad: la pensión en la Academia de Bellas Artes de España en Roma, beca que otorgaba por concurso la Diputación de Valencia. Desde 1879, en la ciudad eterna vivía el segundo de los hermanos Benlliure, José (1855-1937). La amistad entre los valencianos se fraguó entre Roma y Asís, un aprecio que perduró a lo largo del tiempo a pesar de la distancia y la desigual fama. Sorolla dio por terminada su estancia en capital italiana en 1889, fecha en la que fijó su residencia en Madrid junto a su esposa. Benlliure, en cambio, hizo de Roma su hogar y el de su familia durante más de tres décadas. Allí encontró público y clientela, además de prestigio entre sus iguales.

Sorolla recibió en 1895 la segunda Medalla de Oro en el Salón de París por La vuelta de la pesca (1894) y, desde entonces, fue consolidando su reconocimiento nacional e internacional. El cambio de siglo se dibujó muy distinto para José Benlliure. El gusto pictórico comenzaba a tomar un nuevo rumbo y el pintor desaceleró el paso. En 1903 se convirtió en director de la Academia de Bellas Artes de España en Roma, tras la renuncia de Mariano Benlliure, un cargo que ostentó hasta 1912. Tras el cese, regresó a Valencia.

A pesar de la diferencia vital y profesional entre los amigos, los artistas se mantuvieron siempre en contacto; su correspondencia fue constante; la relación entre familias, estrecha; y los anhelos artísticos, comunes. Así, en 1908, Sorolla se convirtió en maestro de Peppino Benlliure, el tercer hijo de José Benlliure. Además, por estos años, capitaneados por ambos pintores, los artistas valencianos cierran filas en torno a un proyecto común: la construcción de un Palacio de Bellas Artes e Industrias permanente en València, que no llegó a ver la luz.

La primera década del siglo XX fue muy difícil para José Benlliure. En 1916 falleció Peppino aquejado de tuberculosis. Al dolor por la prematura muerte de su hijo, se sumó dos años después la pérdida de su mujer. Durante los períodos de enfermedad, además de mantener una fluida y preocupada comunicación, Sorolla los visitó siempre que el destino de sus viajes fue Valencia.

En junio de 1920, Joaquín Sorolla sufrió un ataque de hemiplejia. Este mismo año, José Benlliure comenzó su andadura como profesor en la Escuela de Bellas Artes. Sorolla no llegó a ver a su amigo convertido en director del Museo de Bellas Artes de su ciudad, pues falleció un año antes, el 10 de agosto de 1923.

En 1930, José Benlliure fue nombrado presidente de Real Academia de Bellas Artes de San Carlos. Por estas fechas comenzó la serie Las cuatro estaciones (1930-1933) que se puede ver en esta exposición. José Benlliure murió cuatro años más tarde, el 5 de abril de 1937, en su casa de la calle Blanquerías.

Restauración de Las cuatro estaciones

La restauración de la serie Las cuatro estaciones de José Benlliure ha permitido visualizar con rotundidad unas obras llenas de luz, vibrantes colores, pigmentos regenerados que fueron alterados por el paso del tiempo y también una gama infinita de matices cromáticos, que de otra manera habrían permanecido ocultos.

El criterio aplicado de intervención ha consistido en el respeto máximo a la obra original con actuaciones totalmente reversibles, encaminadas a mantener la unidad cromática y la correcta lectura estética de la misma.

En primer lugar se consolidó el estrato pictórico, asentando zonas que mostraban alteraciones. Luego, y previo a levantar la suciedad de las pinturas, se realizaron catas o pruebas de limpieza para diagnosticar grado y tipo de dureza que presentaba la suciedad de la obra. Finalmente, la separación total de la contaminación se realizó sin presentar dificultad alguna.

Las pérdidas de imprimación y capa pictórica fueron rellenadas con estuco y, a continuación, las faltantes de color fueron reintegradas cromáticamente con acuarela. Cabe mencionar la mariposa de la obra El verano, la cual aparecía cubierta parcialmente por un grueso repinte. Con su levantamiento se han recuperado fragmentos diminutos o notas de color que restaban de la composición original. Su reintegración ha consistido en aplicar un criterio de mínima intervención, reforzando con pequeñas notas de color la zona perdida, sin delimitar la forma. Finalmente se regeneró y recuperó la tonalidad primigenia de los pigmentos alterados, protegiendo posteriormente con barniz las cuatro obras.

 

Los artistas a través de su obra

La pintura de Sorolla y Benlliure se inició vinculada a una temática y aspectos plásticos decimonónicos. Ambos cultivaron la pintura de historia, la social y el costumbrismo. Benlliure consiguió el favor de crítica y público asentando su lenguaje pictórico en un preciosismo heredero de Fortuny. Sorolla, por su parte, tanteó otras posibilidades técnicas vinculadas a la entonces vanguardia, como el modernismo.

A principios del siglo XX, la pintura tomó otro rumbo y Benlliure perdió clientela. Apostó entonces por composiciones más sencillas, pincelada más amplia y cromatismo luminoso. Es decir, buscando clientela se acercó a la manera de hacer de su amigo Joaquín Sorolla. Tras este intento, la línea de producción del pintor fue temática y plásticamente diversa. Esta pluralidad durante mucho tiempo se ha calificado en los textos como de incapacidad para adaptarse a las nuevas corrientes artísticas. Sin embargo, desde la perspectiva que da el siglo XXI, diversos autores han entendido a Benlliure como un pintor inquieto y versátil.

 

Sofía Barrón, comisaria de la exposición

Sofía Barrón Abad es doctora en Historia del Arte por la Universitat de València y docente en la Universidad Internacional de Valencia (VIU). Ha dedicado los últimos dieciséis años a la investigación, trabajo que ha materializado en más de veinte publicaciones. Por citar algunos ejemplos, ha coeditado el primer volumen del Epistolario de Joaquín Sorolla (2007) y el tomo Miradas sobre España (2011). En 2007 coordinó el catálogo de la exposición Visión de España. Sorolla editado por Fundación Bancaja. Es responsable de los textos ¡Pisa morena! Cuplé, copla y baile en época de Joaquín Sorolla (2013) y Picasso y Cornuty. La absenta como adicción cambiosecular europea (2015). Entre sus artículos recientes destacan Carácter y emoción. Figura y paisaje en la obra de Ignacio Zuloaga (2018) y Premio Fundación Bancaja Segorbe. 35 años de impulso a la cultura artística (2019).

Comisaria de exposiciones como Cítrico deseo (La Nau 2003); El arte látex (La Nau 2007), Círculo de Bellas Artes de Valencia. Colección artística (Centro del Carmen. MUBAG; Sala del Parlamento de Vilnius, 2007); Trazos arquitectónicos en la pintura de Manuel Jorge (Centro del Carmen 2010); la muestra Ignacio Zuloaga. Carácter y emoción (Fundación Bancaja, 2018) y la reciente José Juan Camarón Meliá (1760-1819). Grabados en la Colección Fundación Bancaja (Fundación Bancaja Segorbe, 2019). Ha participado, además, en congresos internacionales y nacionales de arte y literatura.

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