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- Bodegón de caza en un interior y Bodegón de cocina en un interior
Ficha técnica
Los diferentes trofeos de caza, entre los que se encuentran varias perdices, se disponen sobre una mesa, perfectamente combinados con una jarra de barro, dos vasos de cristal y un cubilete de madera. El foco de atención gira en torno a la liebre, dispuesta en diagonal desde la cesta con frutas del fondo, donde se engancha una de las patas traseras, hasta el centro de la mesa, donde descansan el resto del cuerpo y la cabeza del animal, alineada esta sobre el tablero junto con las diferentes aves. El conjunto resulta de una gran armonía cromática por la contraposición de los vivos colores de las plumas de las aves con los tonos pardos, verdosos y casi negros del fondo. El artista emplea una cuidada técnica y un gran virtuosismo a la hora de reproducir el pelo de la liebre y las plumas de las aves. Se trata de una tipo de representación simple, de gran acogida en los ambientes burgueses del momento. Su reputación como pintor de bodegones de caza ya fue reconocida en su tiempo, como pone de manifiesto su participación en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1860 con la obra Liebre muerta.
Dentro de la estética establecida por Luis Eugenio Meléndez (1716-1780), se encuentra esta naturaleza muerta, que nos muestra un besugo junto a otros pescados sobre un recipiente de cobre en el centro de la mesa; detrás, en segundo plano, un cesto de mimbre del que asoman varias aves, una botella de cristal y unos platos de loza. El besugo del primer término y la jarra de cobre atraen la atención del espectador; en torno a ellos se distribuyen los demás elementos: limones, ajos, alcachofas y un plato con moluscos y embutido.
De una gran maestría técnica es el empleo del color en la representación de las diferentes superficies, desde el material del cesto hasta la madera de los pequeños barriles, el cobre de la jarra, así como la piel de los besugos. Todos los elementos se disponen sobre un fondo neutro, sin ninguna referencia espacial; se podría decir que la composición adquiere la dimensión de retratos de pescados, carnes, frutas y de los diferentes accesorios de cocina.
En estas dos obras de José Parra, el pintor se manifiesta como un fiel conocedor y admirador de los bodegonistas de interiores de cocina napolitanos Jacobo Nani (1698-1770), de su hijo, Mariano Nani (ca.1725 – 1804), y del propio Luis Meléndez (Nápoles, 1716-Madrid, 1780), cuyas obras, pertenecientes a la Colección Real, pudo ver durante su estancia en la corte en 1847.